Fueron creados por las Compañías, sea La Forestal o sus antecesoras, como aglomerados urbanos destinados a proveer vivienda y servicios a los empleados y obreros de las fábricas de tanino. Por lo tanto, La Forestal siempre tuvo una influencia directa, tanto en su creación y desarrollo como en sus destinos. La empresa, que se instala en el año 1900 aproximadamente, al fundar los pueblos o haberse transformado en la única fuente de trabajo de los que ya estaban fundados, se convertía en administradora de los mismos.
La Forestal, desde sus comienzos fue pensada como una empresa organizada para monopolizar industrias, fundamentalmente la del tanino, pero no la única. Dentro de sus objetivos, figuraba también la actividad ganadera, minería, canteras, fábricas de ladrillos, navieros entre otras.
En los años inmediatamente posteriores a su constitución, La Forestal, comienza a absorber, una a una, a todas las empresas competidoras, logrando su Cometido de monopolizar la producción y Comercialización del quebracho colorado.
Todas estas fusiones y compras llevan a La Forestal a explotar cerca de 2.100.000 hectáreas de bosques (entre propios, arrendados y concesionados). Poseía fundamentalmente cuatro fábricas: Villa Guillermina, Tartagal, La Gallareta y Villa Ana, además de varias estancias ganaderas como por Ej. La Aurora, El Nogué, Las Gamas, donde se producían miles de vacunos para consumo particular, ventas y bueyes que se proveían para los trabajos de acarreo y arrastre.
Este inmenso monopolio se produjo con la mirada cómplice de los poderes del estado santafecino que permitieron, primero, el latifundio, luego el monopolio, y después la explotación del suelo y de los obreros que trabajaban para esta empresa, y que, salvo honrosas excepciones, hacían la vista gorda de toda esta situación enarbolando la bandera del progreso que traía la compañía a la zona norte de la Provincia.
A partir del año 1938, con gran parte de las reservas de quebracho ya agotadas, La Forestal decide invertir en el desarrollo de la explotación del extracto de Mimosa, un árbol que se encontraba en el sur de África, y que tenía un ciclo de crecimiento mucho menor que el quebracho, la Compañía ya había decidido abandonar sus dominios. Los obrajes se van cerrando paulatinamente, quedando sus habitantes, sin trabajo ni posibilidad de conseguirlo y en una tierra que no le pertenecía.
El paso del tiempo, el retiro de la Empresa, dejó librada las propiedades a los adquirentes o a los moradores intrusos, de manera que, hoy día cada casa, cada edificio, cada calle, ha sido usado y conservado de diferente manera, al desaparecer los fines específicos para los que fueron construidos. Los principios de uso actual, son muy diferentes a los de antaño. Pero no deja de sorprender muchos casos de casas en perfectas condiciones de habitabilidad.
Visitar estos pueblos significa viajar en el tiempo, recorrer un mundo imaginario donde las viviendas y la ex fábrica nos transportan a esa época.